A lo largo de la exposición se desarrolla la tesis general de que las redes sociales de migración estimulan la reproducción del flujo de migrantes, dan identidad y cohesión a los mismos cuando ellos se encuentran establecidos en alguna población estadounidense y mantienen lazos de solidaridad con la población de origen. Sin embargo, estos son procesos que no están libres de conflictos: por un lado, las relaciones comunitarias compartidas son susceptibles de generar relaciones de solidaridad, pero, esto mismo, desencadena conflictos cuando sus valores o normas son puestas en duda o transgredidas, ya que la propia inmediatez de la vida comunitaria compartida trae a la memoria las transgresiones y termina acentuando el conflicto, el cual puede llevar a rupturas temporales o a dificultar las relaciones comunitarias. Específicamente, lo que ésta investigación enfatiza son las redes migratorias matrias o de origen rural-campesino: es decir, aquellas que surgen y se desarrollan con base en la solidaridad, la cultura compartida, la vecindad y proximidad de los barrios pueblerinos, el conocimiento o referencia entre las personas y la resignación desde el extranjero de estos y de otros factores.