El estudio plantea comprender cómo un grupo de mujeres heterosexuales han construido sus discursos sobre sexualidad y placer sexual a través de la influencia que ha ejercido sobre ellas el dispositivo disciplinario y los discursos sexuales hegemónicos provenientes de la familia de origen. Se argumenta que las mujeres han sido interpeladas por discursos heteronormativos y patriarcales que históricamente han contemplado el ejercicio de la sexualidad con fines reproductivos y han prohibido el placer sexual femenino. Para llevar acabo lo anterior se realizó un estudio cualitativo a través de entrevistas en profundidad a mujeres entre los 24 y 36 años. Los hallazgos indican que los discursos comunicados por las familias hacia sus hijas acerca de la sexualidad fueron confusos, prejuiciosos y prohibitivos. Además las jóvenes vivieron su sexualidad en un marco de contradicciones y desigualdades en el que el placer no estuvo incorporado legítimamente porque la experiencia sexual femenina se sitúa aún en el campo de la transgresión y la prohibición. Por ello ninguna de las familias en este estudio incitó a sus hijas a conocer su cuerpo, a construir su mapa erótico ni les brindó información acerca del clítoris, el punto g o el orgasmo a pesar de los beneficios físicos y psicológicos que conlleva un ejercicio sexual pleno. Sin embargo, algunas jóvenes lograron resistir los discursos sexuales hegemónicos provenientes de su familia de origen para reelaborarlos y resignificarlos en discursos sexuales acordes a una vida sexual placentera.
This paper aims to understand how a middle-class group of women, young adults, heterosexual, have constructed their discourses about sexuality and sexual pleasure through the executed control disciplinary power that have on them along with the hegemonic sexual discourses arisen from the family of origin. It argues that women have been challenged by heteronormative, heterosexual, and patriarchal discourses that historically have enshrined sexuality practices with reproductive purposes and prohibited sexual pleasures. This qualitative study bases on in-depth interviews with women of ages 24 and 36 years old. The findings suggest that the sexuality discourses passed down from the family to their daughters were confused, prejudiced, and prohibited. Furthermore, these young women lived their sexuality under a conflictive and unequal framework in which pleasure was not legitimate embodied since female sexual experience is still in the prohibition realm. Therefore, none of the participant families in this study encourage their daughters to know their bodies, to build their erotic map, not even informed them about the clitoris, point g, or even orgasm despite its physical and psychological benefits entailed in a fulfilled exercise of sexuality. Nonetheless, in adulthood, some young women have lived through the sexual hegemonic discourses from their family of origin in order to redesigned and redefined sexual discourses leading to a pleasant sexual life.