En este escrito se presenta una investigación sobre varones asumiendo las prácticas culturales a-feminadas, o sea cuando los sujetos reconocidos como varones asumimos de manera “anormal” roles atribuidos al género femenino, especialmente aquellos que tienen que ver con ser para el otro, como son los cuidados y el trabajo doméstico no remunerado valorados desde una economía feminista. Mediante una hermenéutica de la sospecha feminista, es posible situarnos críticamente ante una cultura típicamente machista como la mexicana, especialmente en Tijuana donde diferentes tránsitos fronterizos hacen de esta ciudad un laboratorio de la posmodernidad con expresiones muy queer. Se recurre a una agrupación por bola de nieve sobre varones asumiendo dichas prácticas y rememorando, desde su propia ideología de género, cómo experimentaron o no la posición femenina en su propia cotidianidad, cuya subordinación diversos feminismos han sospechado, y no sólo de la mujer como otredad, también de nuestras condiciones poscoloniales de precarización neoliberal que mantienen prácticas de dominación ancestrales, de las que la reproducción de las condiciones de vida mediante cuidados y trabajo doméstico no remunerado pueden resultar una resistencia ante la violencia masculina típicamente vivida.
This work is about men performing cultural feminine practices, it means when male subjects perform, in a no normal way, the play of the feminine gender, especially what it means being for others, as caring and home labor without payment that feminist economy suggests. In order to keep the feminist hermeneutic suspicious, we can situate us critically in front a machista culture as Mexican is, especially in Tijuana where different transborder transits make the city a transcity (a postmodernity laboratory with queer expressions). It uses a web of male subjects depending them to assume the described practices and remembering, from them own gender ideology, how they performed or not the feminine position in them lives, that subordinates them to practices that so many feminisms have suspected, not only the woman as the other, but also our postcolonial conditions of neoliberal lack that keep ancient domination practices, in which reproduction of life conditions with caring and home labor without payment could be the resistance to typically male violence, as usual.